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martes, 8 de noviembre de 2011

BAJANDO POR LA CALLE PRADO

No para de subir escaleras para salir del metro, aunque más que salir, esta escapando. Anda rápido aunque no tiene prisa. El metro siempre le ha parecido un mundo extraño, donde muchos desconocidos comparten poco espacio y en ocasiones demasiado tiempo. Es un lugar donde trata de estar poco. Llega a un pasillo que no tiene fin, se cruzo con un señor mayor que con poca expresión de felicidad, esta hablando sólo, seguidamente pasa una chica muy joven escuchando música a todo volumen. ¿Estará tratando de evadirse de esa realidad tan gris? Hace bien, yo también lo hago cuando me pongo a leer un libro en esos largos trayectos.Piensa en ese instante. La cultura siempre le ha ayudado a huir de la mediocridad. Sube otras escaleras, le parece que son las ultimas porque ese pestilente hedor a humanidad, tan característico de la linea uno, se esta diluyendo en aire más fresco. Por fin sale a la calle, ha quedado con su familia para asistir a la inauguración de una exposición de fotografía de un pariente. Su objetivo es el Ateneo en la calle prado. Es sábado y el centro de Madrid esta atestado de gente. Sin querer alguien le ha dado un empujón. ¡Que lejos estamos los hombres de esa armonía que tienen los pajaros al volar! Ellos, por muchos que sean no se molestan y sin embargo nosotros somos caóticos, caminando o en el coche, da igual. Encuentra la calle Prado, y comienza a bajar. Se estoy agobiando con la gente y el ruido. El frio le esta congelando la cara y tiene los pies helados. Echa de menos ese sol tímido que calentaba su cara días atrás cuando subió a la sierra. De repente, como si fuera un oasis en el desierto, aparece ante él el Ateneo con esa fachada señorial. Una sensación de paz le invade en medio del caos. Entra, y en seguida se encuentra con todos en la sala de exposiciones temporales. Saluda y en cuanto puede se pone a contemplar las fotografías. No son muchas, pero suficientes. Tiene el sentimiento de que la belleza les ha rodeado a todos sin posibilidad de escapatoria, y es que dicen que una imagen vale más que mil palabras, aunque no todas las imágenes comunican con igual profundidad como las que esta viendo ahora. Estas fotografías, tienen filosofía, psicología y espíritu propio. Son algo material que se trasciende a si mismo. Para captar ese mensaje subliminal de la cotidianidad ese fotógrafo tiene que tener una mirada profunda y un pensamiento critico envidiable. Se queda maravillado mientras en silencio sigue contemplando todo lo que le rodea. A él siempre le ha gustado mucho la fotografía. Le parece un intento del hombre por evitar la potencial tragedia: El paso del tiempo. Una obsesión que roza la enfermedad en muchas personas.

El tiempo se le pasa volando y tiene que irse. Sin embargo, siente que una vez más, la cultura le ha salvado de la caótica vida de la ciudad. 

domingo, 6 de noviembre de 2011

DIOS ESTA AQUI

Una mañana fría y soleada en Madrid. Es otoño, los arboles tienen un color único y observo como una hoja parece resistirse a caer. La gente va y viene del mercadillo, finalmente la hoja acepta su destino. Yo, sin esperar nada en especial, voy a misa al Pozo. Aparcamos por fin, bordeamos la parroquia. El edificio, con las paredes agrietadas, parece que quisiera compartir el sentimiento de su barrio. Un barrio que lucha por mantenerse en pie, con dignidad, pero que sigue desangrándose a pesar de las apariencias. Mientras camino, mi cabeza viaja con ese pensamiento. El dolor de sus vecinos debe ser profundo, del que toca las entrañas, del que hace retorcer el alma de manera que se llega a sentir el dolor en el propio cuerpo. ¿Drogas? ¿Violencia domestica? ¿Paro? ¿Todo a la vez? Dios sabrá el sufrimiento de cada uno de sus seres más queridos, yo solo lo estoy imaginando.  

Entro en la Iglesia y la falta de expectativa se convierte en sorpresa. No esta tan vacía como me dijeron, aunque es cierto que hay sitio para muchos más y que la media de edad es muy alta. Veo caras conocidas en los estudiantes jesuitas que tratan de poner orden en el coro de niños. Me emociono pensando que esos niños son parte del futuro de ese barrio que lleva tantos años luchando. Empieza la misa y el coro canta "Dios esta aquí". Un escalofrio recorre mi cuerpo, ¡Dios esta ahí! Es cierto, Dios esta con los que le han fallado, con los que se equivocaron, con los pecadores y los que cayeron. Ahí es donde Dios siempre quiso estar. Escucho la palabra esperanza y se reafirma que Dios esta ahí. Cada persona que estamos ahí, trae su propia historia personal y sus propios dolores. Pedimos y damos gracias porque no hay duda de que Dios esta entre nosotros. 

Termina la misa y me queda la pena de no haber visto más gente joven. Pienso que si no han estado ahí es porque no conocen todavía a Jesús. Si le conocieran no dudo de que hubieran venido. 

martes, 1 de noviembre de 2011

NO OLVIDARLOS (1/11/11)

Porque ayer era un día para recordar a los seres queridos que ya no están con nosotros pero también era un buen día para recordar a aquellos que quizás no hemos conocido, pero que fallecen, tenemos noticia de ello a diario y nos dan que pensar. Porque recordar a aquellos que murieron victimas del absurdo y el sin sentido nos tiene que ayudar a querer seguir luchando por una sociedad mas justa. Hacer memoria colectiva y no dejarlos caer en el olvido es un deber de justicia. Por eso, a través de estas letras, me gustaría que fueran recordados los asesinados por ETA, las victimas civiles de las guerras, las mujeres que murieron maltratadas o los jóvenes que teniendolo todo, decidieron quitarse la vida o fueron victimas de las drogas o la anorexia. También a los inmigrantes que siguen muriendo en su lucha por una vida mejor y al feto que no hizo nunca nada malo pero que a la semana 14 de su concepción, su propia madre, decidió quitarle la vida. Recordarlos nos tiene que ayudar a seguir luchando por una sociedad mas justa y libre.