Quisiera compartir mis pensamientos en relación a los trágicos acontecimientos que sucedieron en mi parroquia de Santa María del Pinar, cuando un hombre desequilibrado entro y mató a una mujer embarazada, hirió a otra y luego se suicidó con un tiro en la boca.
Como dijo el cura que dio la misa el domingo siguiente, parece como si la línea que separa, la normalidad de lo extraño, estuviera cada vez más baja y fuera cada vez menos gruesa y más difícil para delimitar lo que es normal y lo que no en nuestra sociedad.
El texto que mande al diario ABC y que fue publicado, fue el siguiente:
Al igual que el amor no tiene límites, la violencia tampoco los tiene.Soy un joven que suele ir a misa de ocho en la parroquia de Santa María del Pinar, pero ayer por fortuna, no me encontraba ahí. Me he quedado muy impactado por lo ocurrido, y, tratando de reflexionar sobre el tema, me acuerdo de Aquel, que crucificado y presidiendo el altar y el infierno en el que se convirtió ese lugar de oración, fue también victima inocente hace casi 2000 años, de la violencia y el odio sin límites.Me lo puedo imaginar repitiendo hoy en día el "perdónalos porque no saben lo que hacen"
Mis condolencias a todos los seres queridos de la fallecida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario